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Jacinto W, un embajador reblandecido

Por Landrú • Ilustraciones: Landrú

10 de abril de 2022

Libertino y baboso, a Jacinto W le gusta bailar desnudo al ritmo de la conga y sueña con mulatas empulpaditas o estrellas de la talla de Brigitte Bardot. Su prenda infaltable es un babero de hule, con el que disimula su libido descontrolada.

Con este desopilante personaje, Landrú caricaturizó a los reblan (apócope de reblandecido), que son aquellas personas entradas en años que se resisten a envejecer. Para referirse a este tipo tan particular, Landrú usó incluso varios sinónimos, como caduco, craquelé, gagá, desvanecido mental, chozno, decrépito o fósil. 

Jacinto W quiere ir desnudo a Suecia

Antes de emprender su primer viaje como embajador, el ama de compañía y la sobrina de Jacinto W tuvieron un arduo trabajo para vestirlo y llevarlo al Ministerio de Relaciones Exteriores. Leamos a Landrú.

Jacinto W el reblan

—¡»Strip tease!» ¡Yo soy el rey del «strip tease»! —gritó destempladamente Jacinto W quitándose toda la ropa y quedando totalmente desnudo, con excepción de un babero celeste de hule que le colgaba del cuello. 

—¡A vestirse! ¡A vestirse pronto que puede pescar un resfrío! —protestó el ama de compañía del reblandecido—. Por su maldita costumbre de desnudarse se pasa después todo el verano resfriado. 

—¡Soy un viejo sano y chacotón! —saltaba Jacinto W—. ¡Quiero probar morfina! ¡Todo el mundo a probar morfina! Me voy a comprar morfina a la botica, tururú. 

—¡Qué antigüedad! —comentó Stella Maris, la sobrina del reblan—. No se dice botica: se dice farmacia. 

—¡A la farmacia, vamos todos a la farmacia! ¡Gina, Sophia y Marilyn! —chilló con voz atiplada el caduco—. ¡Y de paso a la casa Disc Club, que quiero comprarme los últimos long-plays! ¡Viva la rumba! ¡Soy un vejete guarachero y tralaralá! 

—¡Basta de pavadas y a tomar su jalea real! —le dijo el ama de compañía—. Hace como tres días que no la toma. 

—¡Nada de jalea real! ¡Chacota! ¡Me gusta la chacota! —exclamó el desvanecido mental—. ¡Esta noche me voy de conga! ¡Raspa! ¡Yo quiero bailar la conga y la raspa! 

—¡Qué antigüedad! —dijo Stella Maris, la sobrina de Jacinto W—. ¿Quién baila ahora la conga y la raspa? Ahora se baila chipichipi y el calypso. 

—Bésame, bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez… —cantó con voz cascadísima el reblan acompañándose con unas maracas que había encargado en Cuba.

—A preparar las valijas que mañana sale el avión —dijo el ama de compañía—. Y después a arreglar los detalles en el ministerio. 

—¡Me voy de viaje! ¡Suecia, yo quiero ir desnudo a Suecia! —tarareó Jacinto W sin poder impedir que unos hilitos delgados de baba recorrieran su mentón y cayeran lentamente sobre la alfombra—. ¿Hay cariño o no hay cariño? ¡Hay cariño! 

El ama de compañía vistió cuidadosamente al reblandecido con su mejor traje oscuro, le colocó los lentes con cadenita y lo introdujo en el auto, para que fuera al ministerio. 

—Le deseo buen viaje y mejor éxito, señor embajador —se despidió de Jacinto W el ministro, en su despacho—. Afuera lo esperan los periodistas. 

Una vez salido del despacho, los periodistas luchaban por conversar con el flamante embajador. Mientras le tomaban fotos y le solicitaban declaraciones, Jacinto W, con la mirada extraviada; repetía en voz baja y balbuceante: 

—Brigitte Sarli, Isabel Bardot, Silvana Loren, Elena Lollobrigida y Gina Kufa, tururú, turú, urú, ru, rurú.